A veces, los adolescentes muestran una actitud negativa ante la demanda de padres, madres o tutores, figuras de autoridad, como
maestros, monitores o educadores. Pueden llegar a negarse a hacer los
deberes o cualquier otra actividad o tareas, dentro de unas obligaciones
previamente establecidas en el seno de la familia o en lugares como el colegio....
Estas actitudes son más frecuentes, cuando empiezan a
experimentar sus propios desasosiegos e inquietudes, les parece criminal bajar la basura,
recogerse la cama o poner la ropa sucia en el cesto de la lavadora. En ocasiones, se vuelven
extremadamente apáticos y sus respuestas pueden llegar a ser
despectivas.
En estos casos, es importante asumir la autoridad, somos los
responsables de nuestra casa y al ser los proveedores, debemos
establecer unas líneas rojas. Poner unos límitres claros, ayuda a evitar conflictos y conseguir que se
cumplan unas normas y unas obligaciones mínimas de convivencia.
Si un adolescente no cumple con su parte de algún pacto, previamente
establecido, por ejemplo; poner la ropa sucia en el cesto de la lavadora, le
debemos recordar una o dos veces a lo sumo, que aún no ha puesto la ropa sucia
donde debería estar. Más de tres veces, se vuelve una cascada de términos con
los que no conseguiremos nada y habremos generado mal estar.
Si queremos conseguir un cambio de actitud en los adolescentes, debemos
posicionarnos y gestionar la situación para evitar fricciones, malos entendidos
y discusiones que solo conducen a distanciarnos de nuestros.
El próximo paso es poner las cosas claras:
1. Debemos
tener claras nuestras reglas, los límites y establecer unas obligaciones racionales a
cumplir por todos dentro de la casa y la familia.
2. En
caso de incumplimiento de una tarea, recordar que esta obligación (recoger
la ropa y ponerla en el cesto de la lavadora) es un mínimo de colaboración.
3. Si
no se cumple un acuerdo después de tres avisos, preguntarles si está pasando
algo, si hay algo que debamos saber o si es simplemente un despiste.
4. Si
las respuestas son evasivas y no hay posibilidad de comunicación, no continuar
con el intento de diálogo. A la primera reacción de rechazo, dejar claro que en
otro momento se retoma la conversación. Después de unas horas, una vez retomado el diálogo, no dejar
de lado ningún aspecto que haya sido tratado anteriormente.
5. Si
persisten en rechazar diálogo o no quieren hacer sus obligaciones, dejarles
claro que los privilegios de los que gozan, se suspenden hasta que haya un
cambio de actitud, diálogo y cumplimiento de obligaciones. Es sumamente
importante, en caso de llegar a este extremo, mantener la promesa de
suspensión de privilegios y bajo ninguna circunstancia dar marcha atrás. Si
es una decisión de uno de los conjugues, la pareja debe estar en todo momento
implicada y se debe mostrar unidad de criterio y apoyo incondicional. En estos
casos, la firmeza de los padres y madres o cualquier otra figura de autoridad,
es la mejor herramienta ante la apatía y la desgana de los adolescentes.
6. Una
vez logrado un cambio de actitud, premiarles con una actitud relajada, distendida
y dialogante de nuestra parte. No hace falta recordarles que no era tan
complicado. A ser posible, ahorrarnos cualquier discurso que ponga en riesgo su
cambio de actitud.
7. Si
vemos que han entendido el propósito de una sanción, no hace falta mantenerla
por un período prolongado de tiempo. Por ejemplo: "Te quedas sin semanada
todo el mes". Si su tarea la realiza posterior a la imposición de un
límite y observamos que ha entendido nuestra demanda, no hace falta
materializar "te quedas sin semanada un mes", con dos semanas quizas sea suficiente. En el momento de
darle su semanada, agradecerle su cambio de actitud.
8. En
caso de actitud persistente, no queda más que mantenerse firmes en las
decisiones tomadas. Por ejemplo, la retirada de la semanada, restricción de
salidas, horarios de consolas, uso del móvil. No será un mar de rosas, pero son
posicionamientos necesarios para que puedan asumir que la autoridad de la casa
está en su sitio y que vuestra firmeza es sólida.
9. Contar
con que las primeras horas no serán fáciles, pero a medida que pasa el tiempo,
el ambiente se irá relajando. No hace falta estarles encima, pero la
comunicación no debe ser tensa desde nuestra parte.
Recordemos que en la etapa de la adolescencia buscamos y necesitamos
límites. Pero también unos referentes muy claros. Esos referentes somos
los padres, madres, tutores o cualquier figura de autoridad o familiar a cargo
de un adolescente. Si con la aplicación de estas pautas no hay muestras de
evolución, se debe buscar la ayuda de profesionales, si no deseamos entrar en
interminables estados de tensión o de conflictos en la familia. A veces es
necesario, sobre todo cuando las actitudes o reacciones se vuelven cada vez más
violentas.
Aquí os dejo un materiañl de apoyo, click en el enlace:
PAUTAS A TENER EN CUENTA EN LA RELACIÓN CON ADOLESCENTES
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Douglas Varela Rodríguez
Educador Social y Terapeuta
Cayac: www.cayac.cat