miércoles, 12 de julio de 2017

¡NO ME TRATES COMO A UN NIÑO!

Ciertos comportamientos de un adolescente, en la intimidad de casa, a veces nos pueden parecer esquivos. Se les percibe perezosos, tensos y en ocasiones pueden llegar a mostrarse violentos. 

Los padres podemos llegar a pensar que los "niños" están raros, tienen problemas y generalmente nos asustamos. 


En el mejor de los casos un padre o una madre hará todo el esfuerzo para intentar entender que le pasa al "niño o la niña" y esto les llevará a buscar situaciones de complicidad que funcionen, pero a veces se les pueden volver en contra. En el peor de los casos, el padre, la madre o el tutor/a, aunque perciban los cambios en un adolescente, no le darán importancia, llegando a banalizar la situación con frases, ya que esas "paranoias" son propias de la adolescencia, "a este le falta un tornillo", "esta juventud!!!..."

Es difícil encontrar un método perfecto que sirva para los padres a nivel de pautas o guías a seguir para educar a sus hijos. Cada persona es diferente y eso nos enriquece como seres humanos, por ello debemos considerar que, a la hora de tratar con la adolescencia, las cosas no siguen un patrón definitivo. 

Las personas que empiezan su salto de la niñez a la edad adulta no responden a unas directrices en su comportamiento. Hay adolescentes que se resisten a crecer, otros quieren comerse (literalmente) el mundo, otros siguen un proceso mas gradual, quemando etapas...

El estado "natural" de un adolescente, precisamente es mostrar su inestabilidad, puede que a veces esté cariñoso o cariñosa, otras veces necesitan aislarse y no quieren saber nada de nada ni de nadie, tienen manifestaciones de euforia y al poco tiempo se manifiestan tristeza o se ponen irascibles. Si tu hijo o hija de doce años en adelante presenta estas características en su conducta, no te espantes y sobre todo no pienses que tu niño o niña necesita un psicólogo. 

La persona que se encuentra en la etapa de la adolescencia, necesita que sus padres o tutores estén presentes, cuando hablo de presencia, no me refiero a que les tengas que acompañar en todo lo que hagan. Me refiero a que les hagas saber que estas pendiente de ellos o ellas, que les hagas sentir que en el momento en que te necesitan estas allí para apoyarles, para darles un abrazo cuando están vulnerables, para ponerles un limite cuando es necesario

A menudo nos cuesta verles como individuos y nos creemos que son "nuestros niños" y actuamos en consecuencia hablándoles como si aún lo fueran. Esto les incomoda y sus reacciones son impredecibles, puede que no quieran hablarle a sus padres y los padres no entienden porque el "niño" se enfada con facilidad. En estas circunstancias el conflicto está servido... Yo prefiero definirlo como malos entendidos entre padres e hijos.


Ver:  Guía para padres, madres y tutores de un/una adolescente



Douglas Varela Rodríguez
Educador Social y Terapeuta
Cayac: www.cayac.cat